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El asalto a un cargo que no obtuvo por los votos le ha exigido quitarse la careta ratificando las razones que lo han llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, ahora con un elemento adicional: Hacerse con el poder ilegalmente, agravado con una cacería implacable de la legítima protesta. No dudó Maduro en ordenar reprimir con el consecuente registro de muertos y heridos atacando además a los sectores populares que durante mucho tiempo fueron chavistas.
Reprime también con las tenazas de la censura o con las prácticas de los nazis activando aplicaciones y otros canales que invitan a los ciudadanos a delatar a sus vecinos o demás conocidos que participen en acciones de calle.
No deja de llamar la atención que Maduro tiene el descaro de culpar a la oposición de unos males solo atribuibles a 25 años de desgracia del chavismo. Y mientras Maduro promete mentiras que nadie cree, María Corina Machado y el próximo presidente Edmundo González Urrutia, ofrecen abrazo y sacrificio. Además, el discurso de ambos ha reafirmado la decisión de brindar alternativa a quienes alguna vez creyeron en el chavismo o a aquellos que bajo presión fueron obligados a militar en sus filas. La transición está servida.
Hay que decirlo: el liderazgo opositor se ha fortalecido en este proceso. Con María Corina Machado a la cabeza, los partidos políticos de la plataforma unitaria han contribuido decididamente a organizar la ruta a la retoma de la libertad
El 28 de julio se activa una oportunidad excepcional que debemos ejercer con responsabilidad hasta el final, es decir hasta garantizar que nuestra decisión sea respetada y, por lo tanto, acatada.
Son ellos los que tienen miedo. Algunos ya han arreglado su huida, han sacado fuera a su familia, y tienen varios disfraces dispuestos para el momento inevitable de utilizar las rutas que los saquen de la frontera venezolana.
La verdad es que la mayoría de la directiva del Psuv tiene su plan B, con el convencimiento de que Nicolás Maduro es un pésimo candidato, solo que ninguno se atrevió a enfrentarlo.
Nicolás Maduro es la ignominia. El país habrá de humillarlo votando en su contra.
Es insostenible para Maduro mantenerse en el poder. Con esto no quiero pecar de optimista y decir que la solución está fácil, pero no tengo dudas de que su caída es indetenible. Están saturados hasta los suyos.
Además, y muy importante, hay alternativa. El país la conoce, la ha abrazado, está feliz con ella y siente orgullo de lo que ha venido sucediendo desde la oposición.
Tenemos que reconocer el esfuerzo de nuestro liderazgo y tenemos que apoyarlo en la epopeya de ganar este 28 de julio. Para ello además de votar por Edmundo González Urrutia, como dice María Corina Machado, hay que cobrar. La lucha, hasta el final, ha de culminar con la sólida y estable recuperación de nuestra democracia.
María Corina ha convertido en posible el regreso de la democracia y ha alumbrado el sueño de la reunificación familiar con la vuelta a la patria de millones de venezolanos. De nada le sirvió a la dictadura su inhabilitación. Se equivocaron, la subestimaron. El régimen también falló al evaluar a la dirigencia opositora y apostar que se fracturaría, por lo que ha tenido que conformarse con los alacranes abiertamente tarifados y con inutilidad resultante.
También la dictadura desde el aislamiento de su poder subestimó a los ciudadanos al calcular que indefinidamente podía mantenerlos en la miseria con eventuales limosnas, doblegados bajo el yugo del miedo.
Presumían de su poder y ahora quedaron al descubierto en un relato que no esperaban en el que mientras una monja le entrega un escapulario de la virgen del Carmen a María Corina Machado, Nicolás Maduro invita brujos a Miraflores; mientras María Corina consuela con amor al desesperado, Maduro convoca al odio, burlándose de manera cobarde de sus oponentes, agrediendo con especial saña al candidato presidencial Edmundo González Urrutia.
Maduro sintiéndose impune está huérfano de una coartada que logre desmentir cómo él y su entorno de Palacio han desmantelado al país en beneficio de sus mafias y bolsillos personales.
Hay que comprender que Maduro no anda bien. Estar más de 30 puntos por debajo de Edmundo González Urrutia faltando menos de 40 días para las elecciones presidenciales, ha de tenerlo nerviosillo y de muy malas pulgas.
En todo caso, la escena me hizo recordar muchas conversaciones que he tenido con quienes han ocupado altos cargos, civiles y militares, en el régimen de Nicolás Maduro. Todos sin excepción coinciden en señalar que jamás convocó a una reunión de Consejo de ministros, no existieron puntos de cuenta y el procedimiento de mando en Miraflores era más parecido al de un jefe mafioso. Nadie le besaba un anillo, pero sí había muchos genuflexos.
Lo que denuncia el rector Delpino obliga a una respuesta estratégica por parte del liderazgo opositor.
A pesar de lo alarmante de la situación también llaman la atención las diferencias internas entre Elvis Amoroso y el vicepresidente Carlos Quintero, de quien siempre se ha dicho que se encarga de mover los hilos secretos del CNE.
Amoroso por su parte, encabeza el CNE porque es de confianza de la familia presidencial, en especial de Cilia Flores a quien Amoroso le elaboraba los escritos jurídicos que ella presentaba en diferentes instancias. El rector Delpino también ha hecho pública la insólita ilegalidad llevada a cabo por el secretario Antonio Meneses que ha asumido filtrar y violentar la correspondencia interna.