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Tareck El Aissami cayó en desgracia hace 14 meses por negarse a compartir con compañeros de su partido el destino de los ingresos de negocios ilegales, pero no estaba preso, vivía relativamente cómodo en Fuerte Tiuna. ¿Por qué lo encierran ahora? Maduro aspiraba información para recuperar el dinero robado el cual le urge ahora más que nunca cuando se acercan unas elecciones presidenciales que le exigen billete para repartir.
Maduro se siente en tiempo de descuento para confrontar un proceso electoral con el rechazo de casi todo el país, y del chavismo específicamente, que lo percibe como el jefe de una mafia corrupta.
Los próximos tiempos significarán sin duda la profundización de la represión por parte de un régimen que apretará las tenazas para impedir la libre expresión. Al respecto, Maduro ha venido asomando sus deseos. En Venezuela nadie puede referirse al desprecio del pueblo expresado hacia Maduro en la clara ausencia de gente en sus visitas a diversas comunidades. También, -a pesar del altísimo presupuesto destinado a comprar opinadores y publicidad en las redes sociales-, es evidente que le afecta que a casi nadie le interese lo que él dice o hace -salvo que la voz opositora se haga eco-. Opta entonces por la alternativa de perseguir, amenazar y apresar. En eso ellos son buenos.
Mientras estuvo en el poder Chávez cometió desafueros, atropellos ilegales con el mínimo cuidado -que no siempre logró- de no cruzar la línea que lo convertía en dictador. Solía decir que era más sabrosa la alfombra roja de la democracia. Su esfuerzo entonces iba por tratar de cuidar las formas, que insisto, no siempre logró.
A Maduro en cambio nada de eso le importa. Que le digan sanguinario, torturador, barriga verde, dictador, todo le rueda. Lo único que le importa es mantenerse en el poder y con ello vivir como lo hacen los tiranos: a cuerpo de rey.
Estamos enfrentando al monstruo con las manos atadas, y, aun así, tenemos que seguir con la estrategia ejecutada hasta ahora y que lo ha llevado a cometer errores: mantenernos en la ruta democrática, en la opción electoral.
Las reacciones violentas y los atropellos a los líderes opositores solo demuestran que los números que arrojan las encuestan son ciertos: María Corina Machado en un proceso limpio, arrasaría.
Pero el régimen no deja que se inscriban nuevos votantes, impide el registro electoral en el exterior, está reorganizando el registro para impedir el voto libre, aceita a los grupos violentos y reparte billete para mucho alacrán. Sin embargo, un país se ha montado en la esperanza y María Corina ha liderado una campaña electoral impecable. Eso, la coloca en el renglón de inhabilitada lo que ciertamente es desalentador, pero no puede significar darse por derrotado o abandonar la pelea, al contrario, hacía mucho tiempo que el mundo opositor unido estuviese tan decidido a que la estrategia correcta es la ruta electoral, incluso en estas difíciles circunstancias.
La violencia es la alternativa que a Maduro le ha dado resultado. Lo que decida la Corte Penal Internacional lo ve lejano e improbable de aplicar. En cambio, más violencia complementa lo que en realidad ya viene ejecutando. Maduro, imbuido de impunidad y desparpajo se muestra seguro ante Estados Unidos. Ha visto suficientes señales contradictorias y en ocasiones de debilidad de parte de los americanos, y, por el contrario, sus lazos con Rusia e Irán le han dado el confort necesario.
Maduro sabe que solo gana con trampa. Y eso le basta.
La forma como se deben enfrentar estos escenarios anunciados ha de ser debate imprescindible para la dirigencia honestamente opositora. Coincido en todo caso con que tenemos que mantenernos en la ruta electoral.
María Corina Machado ha agitado el corazón de los habitantes de pequeñas y grandes poblaciones. Y en la misma dimensión ha generado pánico e ira en Nicolás Maduro y su corte de adláteres.
Coincidió el anuncio del CNE con la visita de María Corina al estado Barinas, la tierra de Hugo Chávez. Es decir, mientras el régimen se aferra desesperado a la simbología de fijar la fecha de la elección presidencial el día del nacimiento de un muerto, la candidata de la unidad opositora arrastró pasión de masas en el estado donde Chávez nació. Maduro no se atreve a visitar el lugar. En realidad, ni siquiera puede salir a la avenida Urdaneta en Caracas.
Más de 80 por ciento de los electores venezolanos evalúan mal o muy mal la gestión de Maduro y que, además, cerca de 60 por ciento lo detesta, es decir siente por él rabia, desprecio o vergüenza.
Maduro lo sabe, pero paga para que le digan lo contrario que como la mayoría de quienes detentan el poder, compra admiración, soborna a su entorno para que lo aplaudan y le celebren las morisquetas a cambio de permitirles participar en el festín del desfalco a Venezuela. Eso vale para la élite de Palacio porque con el pueblo ya las mentiras rebotan. Opta entonces por aplastar con terror, violentando con más descaro al estado de derecho, inventando conspiraciones, secuestrando a inocentes.
La mina 'Bulla Loca' venía operando ilegalmente desde hace un año, bajo el control de una poderosa megabanda criminal que goza de la protección de la Fuerza Armada venezolana, como es usual en diversas actividades ilícitas. “Son mafias que trabajan para el Estado”, denuncia Cristina Burelli directora de la ONG “SOSOrinoco”, organización que ha advertido tenazmente sobre el grave problema de la minería ilegal en Venezuela.
“La FANB usa a mineros como exploradores que cuando dan con la veta de oro los desalojan y entregan a los enchufados que dependiendo de quién sea, tendrá protección del ELN, o los pranes como agentes de recaudación”, afirma el exalcalde del Municipio Piar, Américo De Grazia.