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Hasta ahora Maduro ha logrado doblegar a sus enemigos, abortando rumores y conspiraciones, comprando simpatías -especialmente militares-, entregando muchos recursos, y nuestra soberanía si es necesario. La batuta de los cubanos le aconseja y Maduro obedece, mientras engrosan expedientes de torturados, de presos políticos inocente.

Durante estos años hasta los que se dan de bravucones han mostrado genuflexión.

A Maduro no le importa que lo califiquen de sanguinario. Él sigue en el poder, lo demás se compra, se matiza, se oculta, se distorsiona. Muestra desenfado, aunque la gente lo deteste. Él no tiene que medir simpatías, y si lo llegara a hacer, sería contra una oposición agónica que se ha canibalizado. 

Según Survival, movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, en la Amazonia están confirmadas 26 tribus indígenas que no tienen contacto regular con la sociedad.

National Geographic llevó a cabo una investigación en la isla Sentinel del Norte, parte de la India en el Océano Índico, sobre una población indígena de una edad calculada en 60 mil años que no conoce el fuego y que cualquier intento de contacto lo ha repelido con flechas. Su población se estima entre 50 y 400 personas y se considera la población más aislada del mundo. Están cuidados.

Pero no siempre es así ¿Tan difícil es comprender que esa población hay que preservarla? ¿Cómo es posible que avaros salivando aplasten a nuestros ancestros?

Los 37 segundos de ese video del pasado domingo 21 de agosto son el índice del dossier que resume la destrucción de las instituciones venezolanas, entre ellas la FANB, la cual progresivamente se ha ido desfigurando en un monstruo que desechó tanto la Constitución como su obligación de defender el territorio, garantizar la soberanía y resguardar la seguridad de la nación.

Ese asalto consumado en la puerta principal del complejo militar de mayor jerarquía en Venezuela dibuja lo que ocurre en el resto del país. Todos los días en nuestro territorio ciudadanos indefensos están a merced de efectivos armados que impúdicamente someten a quienes transitan por cualquier vía en transporte público o privado.

El caso del avión venezolano-iraní ha abierto la compuerta de una investigación que Estados Unidos deseaba para corroborar indicios de la utilización de Conviasa al servicio del crimen organizado y de grupos terroristas. “Además de esta aeronave retenida en Argentina, los organismos de seguridad e inteligencia norteamericana manejan evidencia que apunta a los aviones YV3535 (que el lunes pasado cubría la ruta Rusia-Irán, por ejemplo), el YV3016, acondicionado como lujoso avión presidencial con capacidad de transportar elementos metálicos y/o papel de manera oculta, y el YV3533 cuya investigación fue aprobada en julio pasado por la Cámara Baja de Chile y en el que Maduro viajó a Teherán en junio”, resume un informante.

La decisión judicial de retener en Argentina el avión y la tripulación descontroló a Nicolás Maduro. 

 

Cada vez que el oráculo de Cuba se lo indica, Nicolás Maduro amenaza con comprar misiles a Irán.

Recientemente la élite del régimen ha armado una nueva pataleta, solo comparable al gimoteo desconsolado por la detención de Alex Saab. En un estallido público desbordante de groserías, Maduro -seguramente azuzado por Cristina Kirchner- amenazó al presidente argentino Alberto Fernández con convocar protestas en su contra. ¿Por qué? Maduro quiere de vuelta el avión retenido cuya tripulación, en especial su jefe, cargan el envoltorio y contenido del terrorismo.

El boeing 747 de Emtrasur, subsidiaria de Conviasa, y parte de su tripulación, podrían ser enviados a Estados Unidos ante evidencias que los conectan con el terrorismo internacional.

La génesis de este impasse lleva el sello de Irán.

Venezuela necesita a jefes políticos que expliquen y asuman una estrategia frente a la derrota. Urge un plan que trascienda a oscuras ambiciones revestidas de una gran hipocresía, a empresarios que se sostienen sobre irregulares contratos millonarios junto a políticos que operan clandestinamente como amigos del régimen, a deshonestos que bombardean la unidad opositora, a dirigentes con estrategias reiteradamente equivocadas que no corrigen, y un doloroso etcétera.

La propuesta de Almagro está muy lejos de ser una rendición. Su descripción sobre la tragedia del país es suficiente para propiciar el debate que active la lucha de los próximos tiempos. Porque no será una invasión milagrosa la que nos salvará y mucho menos lo harán los ataques de destrucción mutua.

No es casual que el régimen se victimice, que trate de construir su narrativa manipulando antiguos hechos que desvíen el foco de las múltiples evidencias presentes que incriminan a decenas de actuales funcionarios de distinta jerarquía en graves violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.

No es casual que Nicolás Maduro siga ausente de los eventos oficiales públicos fundamentalmente desfiles militares, ni el silencio sobre el destino del jefe de la FARC Iván Márquez, así como del autor del atentado y de la posible presencia en territorio venezolano de personajes caza recompensas que activan el miedo en Miraflores y al que los cubanos saben sacar provecho.

El proyecto de esta nueva ley es abrumar a los usuarios con una avalancha de supuestas noticias emitidas por presuntos periodistas. La arbitraria y excesiva producción de contenido solo busca desacreditar a los emisarios que sí son profesionales y que están comprometidos con el ejercicio de informar, apegados al código de ética.

Fue suficiente escuchar un par de minutos a María Carolina Chávez, segunda vicepresidente de la Comisión Permanente de medios de comunicación de la Asamblea Nacional oficialista, para tener claro el desprecio del régimen al oficio. Para ella, el registro sobre cualquier tema es periodismo, sin importar el compromiso con la verdad y sin tener que cuidar la forma. Según esta funcionaria, ya fueron instaladas las mesas de trabajo para avanzar en la ley.