05 Oct
Dándole palo a todo mogote
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Quiso el destino que el operativo del régimen con 11 mil hombres armados en la cárcel de Tocorón, club de temporada y centro de operaciones de la megabanda El Tren de Aragua, coincidiera con momentos de torturas contra el estudiante de Antropología de la Universidad Central de Venezuela John Álvarez, detenido (y desaparecido) desde agosto, acusado de conspiración y asociación para delinquir. John fue golpeado con un bate y sometido a descargas eléctricas que lo llevaron a perder la visión de su ojo izquierdo, y daños severos en un riñón y en su pierna derecha, según informó su abogado defensor Joel García. También el destino juntó estos momentos con la presentación de un nuevo informe de la Misión Internacional de Determinación de los Hechos sobre Venezuela de la ONU en el que se ratifica que la dictadura continúa ejecutando violaciones manifiestas a los Derechos Humanos y en el que se precisa que la Dirección de Acciones Estratégicas y Tácticas (DAET) organismo al que pertenecen los funcionarios que torturaron a John, es la mutación del temido FAES, Fuerzas de Acciones Especiales, lo que prueba que el aparato opresivo del régimen se adapta y sigue operando.

Mientras el telón subía para el show montado por la dictadura en torno a Tocorón, los expertos Marta Valiñas, Francisco Cox y Patricia Tappatá conmovían al país con la difusión de una profusa investigación que ratifica denuncias de familiares de víctimas y ONG´s, con los casos de decenas de detenidos torturados a quienes les han violentado todos sus derechos. Presos políticos que aun cuando recuperen un día su libertad tendrán la vida marcada por el trauma, el dolor, la humillación a lo que han sido sometidos.

 

Y en cambio, los miembros del Tren de Aragua convirtieron el penal de Tocorón en la sede donde organizaban y negociaban sus delitos en total libertad, hasta incluso poder expandirse por Latinoamérica teniendo como líder a Héctor Guerrero Flores, conocido como “El niño Guerrero”, quien despachaba como un ministro y cobraba como un magnate. También gozaba de los espacios para el esparcimiento personal y colectivo con piscinas, restaurantes, bares, dos parques de diversiones, un zoológico y una entidad financiera.

La sinvergüenzura de Tocorón se ha reproducido en otras prisiones del país, lo que nos lleva a la ratificación de otra denuncia constante: las megabandas son construcción del régimen que les ha dado rango de socios. Es lógico, un gobierno criminal busca de compinches a los delincuentes más “eficientes”. Así, las bandas han sido usadas por Maduro para distintas actividades de su interés, como sofocar las protestas en los barrios, las marchas de los trabajadores, o traficar sustancias prohibidas. Son también los encargados de seguridad para los grupos explotadores de las minas de oro, recibiendo a cambio privilegios de territorios para extraer el mineral.

La escena patética del operativo en Tocorón la cerró el ministro de Interior, Justicia y Paz, general Remigio Ceballos, tratando de explicar cómo es que uno de los delincuentes más buscados en latinoamérica gozaba de libertad plena y desde hace años -y esto era del conocimiento público- entraba y salía a su gusto de su base de operaciones que era esa prisión. Además, burló a 11 mil hombres armados y aún se ríe.

Entretanto, casi 300 hombres y mujeres, presos políticos, languidecen torturados en las peores prisiones de Venezuela, en la mayoría de los casos sin derecho a la defensa, como bien lo ha documentado la Misión de la ONU.

Estoy persuadida de que Maduro antes de perder el poder, prefiere arriesgarse a ser juzgado por la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Sentir en su cuello el riesgo de salir expelido de Miraflores, hace a Maduro aún más peligroso. Y ese miedo se acrecienta al sentirse irremediablemente en el callejón sin salida de un proceso electoral. Y lo que es peor, con María Corina Machado de eventual rival. Por eso está haciendo maromas y le seguirá dando palo a todo mogote. Si tiene que inventar un referendum consultivo por el conflicto por el Esequibo, lo hará. Si sus asesores le dicen que manifieste pequeñas demostraciones de apoyo a las primarias opositoras (lo que no descarta que después venga el palazo), lo hará. Si tiene que entregar a su mejor amigo, lo negociará, y por supuesto, intentará reforzar su imagen con la bazofia de súper bigote, que esa ridiculez sí le va.