11 Oct
Maduro ordenó proteger al asesino
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Para Zair Mundaray fue el momento definitivo de romper con la dictadura. Zair, que se venía desempeñando como director general de Actuación Procesal del Ministerio Público, se presentó en la Base Aérea La Carlota apenas conoció que se había perpetrado el asesinato. Ese 22 de junio de 2017 las calles habían continuado agitadas por las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro. La de ese día había desembocado en los alrededores de la Base Aérea Francisco de Miranda, La Carlota. Allí, el sargento primero de la aviación militar de Venezuela, Arli Cleiewi Méndez Terán, disparó tres veces al tórax de David Vallenilla, enfermero de 22 años.

“Cuando llegué, Fabio Zavarse Pabón, a cargo del Comando 43 de la Guarda Nacional con competencia para la seguridad interna de la base aérea, había ordenado que al Ministerio Público se le impidiera acceder a la investigación. Me dijo: vamos a estar claros, aquí el que manda es Maduro y el presidente nos ha dado unas instrucciones muy precisas. Acá no va a entrar la Fiscalía con su Unidad Criminalística, ni un carajo. De esto se va a encargar la Fiscalía Militar. Aquí hay una unidad de mando y una revolución que defender” 

“En el choque con los militares – donde el jefe de la Base Aérea Arturo José Táriba no daba la cara, pero Zavarse de la GNB, hablaba por él- yo argumentaba que se trataba de un crimen muy grave de derechos humanos y que el único autorizado para la investigación era el Ministerio Público. Nuestro objetivo era evitar que los funcionarios del régimen ocultaran lo ocurrido, lo que parecía imposible de cumplir porque la imagen del crimen había sido grabada y transmitida por todos los medios. Sin embargo, era obvio que intentarían distorsionar las pruebas. Esa noche los militares ya asomaban la tesis de que se había intentado un ataque contra la zona de seguridad en La Carlota que justificaba el uso de la fuerza militar para defenderla. Las imágenes y los testigos adelantaban que David estaba completamente desarmado”.

“En ese pugilato logramos que la Unidad hiciera la inspección del lugar para la investigación. Pudimos colectar la evidencia. En el área encontramos esferas de plomo. Había muchas en el piso. Los proyectiles originales fueron cambiados. A los cartuchos calibre 12 de las escopetas antimotines los habían abierto, sustituyendo el plástico por postas metálicas. Era una práctica que venían aplicando; el Ministerio Público había advertido al comandante de la GNB Antonio Benavides Torres que estaban modificando los cartuchos metiéndoles metras, tuercas, pedazos de metal. Buscaban disparos más lesivos, por eso había tantos muchachos gravemente heridos y muertos”.

“La interferencia de los militares impidió que los forenses y los anatomopatólogos de la Fiscalía realizaran la autopsia, aunque la fiscal y la directora de Derechos Especiales lograron presenciarla. A David le dispararon de manera directa. Murió por shock hipovolémico por hemorragia debido a la perforación del corazón, del pulmón derecho y del hígado. El caso está en la Corte Penal porque además se determinó que en ese tipo de crimen había un patrón”, precisa Mundaray.

Ocho meses le tomó a la juez Kenia Carrillo Galvao del tribunal 15 de juicio, absolver al culpable, no sin antes desestimar la acusación particular para que no se investigara la cadena de mando. En la sentencia hecha pública el pasado 27 de septiembre, Carrillo decidió que no había pruebas que determinaran la culpabilidad del acusado. Desestimó testimonios porque para ella no existimos los millones que vimos el crimen. Ignoró experticias como que el sargento diera positivo en análisis de trazas, o que autoridades civiles y militares admitieran que el sargento había disparado, así como la antropometría, la trayectoria balística, el levantamiento planimétrico. Todo lo desconoció.

“La noche del crimen, Maduro le dijo a Fabio Zavarse que al autor de los disparos había que protegerlo. Ordenó que impidieran que fuese detenido, por lo tanto prohibió que lo entregaran a la Fiscalía. La conversación telefónica fue en mi presencia”, ratifica Zair Mundaray.

Esa orden fue un adelanto de la absolución judicial. “Lo que ha venido después de parte del fiscal de Maduro, Tarek William Saab es puro show”, denuncia la abogada María Alejandra Poleo, apoderada de la víctima. “Tarek solo sigue el guion para tratar de mostrar autonomía de la Fiscalía y simular que ellos presentan un recurso válido”, advierte Mundaray.

Además, la supuesta investigación penal contra la jueza no cambia la decisión de absolver al militar. El asesino salió usando la misma puerta de los representantes del Ministerio Público.