16 Jun
La conjura del voto en el exilio
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No es casual que Jorge Rodríguez, entre otros voceros de la élite del régimen, no pierda oportunidad de atacar al exilio venezolano. Se trata de una narrativa muy elaborada para estigmatizar a quienes hemos tenido que salir del país. El objetivo fundamental es enfrentar por la vía de las emociones a quienes sobreviven en nuestro territorio con quienes estamos fuera. De esta manera, los migrantes son culpabilizados de los ataques xenofóbicos transformando su rol de víctima en el de verdugo como si fueran merecedores de ese castigo por haber migrado, atribuyéndole desamor por la patria y demás invenciones que construye la dictadura para dividir y menguar la fuerza de los ciudadanos que han luchado por la libertad de su país.

Aunque conozco un caso que les salió mal. Pretendieron atribuir al exilio la responsabilidad de la agresión contra un niño en Perú. Jorge Rodríguez llegó a decirlo, pero luego tuvo que callar porque resultó en una información falsa.

El plan del régimen está claro: busca debilitar a los más de 6 millones de venezolanos que huyeron del país, de descalificar su opinión política haciéndolos a un lado, incluso dándoles tratamiento de enemigos y garantizando que no participen en el proceso electoral previsto para el 2024.

Obvio que es prácticamente imposible coordinar una migración desperdigada por el mundo entero en la que muchos están en situación ilegal pasando penurias, agobiados por la incertidumbre. No exagero al decir que es un milagro para la mayoría conseguir energía y ánimo para luchar por algo distinto a conseguir el pan. Y sin embargo lo hacen. Tantos, que el régimen quiere liquidar su opinión y anular cualquier posibilidad de que vote.

Tengo la lamentable percepción de que a través de las redes esa batalla con ese relato lo está ganando la dictadura. En la revisión del discurso de venezolanos se podría decir que mientras antes era el exiliado quien conminaba (a veces torpemente) a los ciudadanos dentro del país a seguir un instructivo agresivo de lucha, ahora ese exilio ha pasado a la defensiva ante las acusaciones falsas de dormir bajo una cobija tejida con dólares o euros. Y no solo es el régimen el que acusa, o bueno sí, el régimen siempre está, solo que ahora lo hace a través de otros voceros que asumen el rol de hablarle golpeado a sus compatriotas y que se asumen -algunos con excesivo histrionismo- ofendidos ante la difusión de los problemas locales porque según ellos, amar al país es solo referir cosas bonitas. Y peor: acusan al exilio de ser “corresponsable” de los problemas que sufren los venezolanos. Ni una palabra es dedicada a la espantosa e impúdica corrupción, ni a la monstruosa violación de los derechos humanos.

Es una trampa muy bien elaborada. Lo peor es que lamentablemente no hay señales de que el liderazgo opositor -salvo excepciones- esté dándole la importancia debida a esta estratagema, mucho menos que tenga un plan para responder a ella en términos comunicacionales, aunque representantes de la Plataforma Unitaria dicen que sí, que es muy importante, que es un tema presente en la mesa de negociación. Mesa en la que todavía el régimen está ausente.

Las prioridades opositoras están atascadas en las necesarias elecciones primarias para procurar un candidato único para la presidencia de la República, que ojalá lo logren.

Eso no debería disminuir la relevancia del voto en el extranjero que por demás es decisivo. La organización civil Súmate calcula que 4.5 millones de votantes podrían participar en el proceso. Cifra que enfrenta a apenas casi 108 mil votantes, según el último registro. Actualizar esta situación exige hacer cumplir el artículo 26 del reglamento General de la Ley Orgánica de Procesos Electorales que garantiza a los venezolanos en el extranjero su derecho a votar. Pero organizar que ese derecho se cumpla es muy complejo porque es imprescindible involucrar a los países o mejor dicho a los gobiernos que han acogido a los venezolanos.

Ciertamente, varias ONG´s han advertido reiteradamente sobre la necesidad de adelantar este proceso que exige también la activación de los votantes que deben organizarse y presionar bajo un plan político. Es imprescindible contar con un registro confiable.

A esta realidad hay que sumar las barreras institucionales como la del Consejo Nacional Electoral que hace lo que le ordena Nicolás Maduro quien sin presión no piensa ceder en este tema. Un buen ejemplo fue el reciente tuit de colección de la exmagistrada, nada más y nada menos que de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, Carmen Zuleta de Merchán: “A quienes se alarman porque no pueden votar desde el exterior, el voto no forma parte del estatuto personal del individuo y por tanto no es obligatorio garantizarlo fuera del país”. ¡Qué manera de adelantar opinión de lo que sería una sentencia del régimen!, lanzando a la basura el derecho de los venezolanos a la participación política.