08 Apr
La FANB muestra su deformidad
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Quienes conocen a Nicolás Maduro suelen recordar que él nunca ha mirado con respeto al sector militar. “No tiene idea de lo que somos”, asegura en privado Vladimir Padrino López, quien también gusta referirse a “la dudosa precedencia” de su actual jefe, aludiendo a su nacionalidad colombiana. Maduro formó parte del grupo que consideraba a Chávez una excepción que destacaba dentro de una institución para él despreciable. No cree en el esquema de subordinación o cadenas de mando dentro de la FANB. La esencia autoritaria de Maduro utiliza a la Fuerza Armada como un armatoste sobre el que se sostiene. El manejo de los hilos reales del poder armado se lo deja a los rusos, cubanos, chinos e iraníes.

Maduro además confía mucho en sus malandros, su banda personal, los reclutados por la FAES después de haber sido expulsados de organismos de seguridad, los poseedores de los peores antecedentes, los sacados de las cárceles. Los que le reportan directamente sin rendir cuentas a ningún jefe policial, ni juez, ni fiscal, ni al ministro del Interior y Justicia, ni al ministro de la Defensa. Los que, según él, darían sus vidas para defender su permanencia en el poder. Por eso en todas las acciones estratégicas están ellos, a quienes utiliza cuando siente miedo -como en el momento que se impidió el ingreso de ayuda humanitaria- o cuando es mucho el dinero que está en juego -como ahora cuando sus socios narcoguerrilleros confrontan problemas para el transporte de cocaína en Apure por una pelea interna entre bandas-.

A cualquiera tenía que llamar la atención el protagonismo de la FAES en el operativo de la FANB que procuraba aplastar a un sector disidente de las FARC en el límite del estado Apure con Colombia, donde desde hace rato la guerrilla manda. Se trata del desastroso operativo del 21 de marzo pasado que fracasó en su objetivo y solo ha traído muerte y dolor para la población civil. Van más de 4 mil venezolanos que han huido despavoridos, la mayoría menores de edad.

Es una nueva derrota atribuible a la institución militar. Desde hace años, los militares han venido perdiendo la batalla contra grupos de exterminio como la FAES y contra los colectivos, grupos armados creados para el control social que asegure frenar la protesta en los sectores populares que están penetrados, doblegados, vencidos por el miedo. Varios de quienes se han enfrentado tienen hoy sus huesos depositados en una mazmorra como el general Miguel Rodríguez Torres.

Otros, como Vladimir Padrino López, ha terminado al servicio de delincuentes locales y de los extranjeros. Ha sido premiado, eso sí, con buenos negocios.

Chávez protegió desde el primer día de su gobierno a la narcoguerrilla. Maduro le ha entregado territorios, riquezas, control político y se ha convertido en su socio.

Esto muestra en Venezuela un panorama desolador. Somos un país que está siendo tasajeado por el Grupo de Puebla y las organizaciones criminales. Nos acuchillan y nos van quitando los pedazos a sangre fría.

Vladimir Padrino López tiene una gran responsabilidad en esta tragedia. Se ha lucido en el rol de canalla. Maduro garantiza la corrupción de la élite de la FANB manteniéndola atenazada a sus pies. Y aunque Padrino ha tenido parpadeos de protesta ante los grupos paralelos armados, apenas se produce el primer regaño de Maduro dobla las rodillas, como lo hizo el 5 de abril de 2019 con un comunicado que logró causar buena impresión en la opinión pública al expresarse con severidad sobre los colectivos. Se retractó casi de inmediato. Eran días en los que Padrino se comunicaba con Mike Pompeo. Tiempos en los que evaluaba encabezar la transición y comentaba con preocupación que había que considerar pedir permiso -no dijo a quién- antes de expulsar a la guerrilla colombiana del territorio venezolano. “No vayamos a meternos en problemas”, sentenció. Ha sido coherente con su temor porque después de los sucesos de Apure ha evitado referirse a la narcoguerrilla atribuyendo loa hechos ocurridos a terroristas colombianos.

Todos sabemos en qué terminó aquella posibilidad del 30 de abril de 2019 y cómo se ha acelerado la entrega de la dictadura de nuestro territorio y su contenido. De cómo la institución armada recibe órdenes de los carteles de la guerrilla colombiana, a los que les garantiza que nadie se interponga en el traslado de la droga.

Dolorosamente ya no hay diferencia entre la institución armada y las peores pandillas de bandoleros. Convertir a la Fuerza Armada venezolana en el espejo de un grupo de exterminio, narcotraficante o terrorista, es un acto de traición a la patria. La entrega de la soberanía es el peor delito que un militar puede cometer, además del homicidio que también va incluido en los delitos que tendrán que responder ante la justicia.