21 May
Venezuela como proyecto de prisión
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Cuarenta y siete reclusos fueron masacrados en la cárcel de Los Llanos Occidentales en Guanare, estado Portuguesa. Mes y medio después de este crimen, el fiscal usurpador Tarek William Saab, a regañadientes, confirmó parcialmente la realidad inocultable: efectivos de seguridad del penal dispararon contra cuerpos atrapados en una cerca desde donde protestaban por haber sido privados de los alimentos y por la falta de agua en medio de la pandemia.

 

La declaración de Saab no salda la exigencia de justicia. Mientras Iris Varela no responda por los crímenes cometidos en su desempeño como ministra de Prisiones, las cárceles venezolanas seguirán siendo un depósito de venezolanos que, delincuentes muchos y otros no, están a merced del régimen que dispondrá de sus voluntades para ejecutar fechorías de todo tipo, a cambio de privilegios que van desde la libertad hasta prósperos negocios.

Iris Varela dispone de procesados y sentenciados como su ejército personal. Los usa para extorsionar, agredir, amenazar. Los traslada para presionar a funcionarios incómodos que empiezan a dudar sobre su permanencia al lado del régimen. También para enfrentar a jefes de bandas, otrora aliados, como Wilexis, en Petare, y de manera especial los utiliza para sus propios intereses pecuniarios.

El control de Varela en el ecosistema de los presos pretende replicarlo Maduro con los venezolanos que resisten en territorio patrio. El dictador ha extendido el decreto de alarma por 30 días más, con la paradoja de jactarse de haber logrado controlar la pandemia. El coronavirus lo convierte en su coartada para mantener a los ciudadanos confinados, sin libertad de movimiento, limitados en su comunicación y muy confundidos. Este cuadro imposibilita las protestas para las que sobran razones. La ausencia de combustible y la dramática carestía de alimentos agravan la ya sufrida vida de los venezolanos que, agotados, débiles, desesperanzados, son sometidos a la andanada de mentiras presentadas en una narrativa que manipula y miente.

El relato ha colocado a la Operación Gedeón como si fuera autoría del gobierno interino, cuando el financiamiento, la puesta en escena y sus consecuencias fueron planificados y dirigidos por el régimen. Solo al responder la siguiente pregunta, se aclara el panorama: ¿Por qué a pesar de que era harto conocido que la dictadura había interceptado a un grupo de desertores en Colombia, alguien podría insistir en llevar a cabo con ellos un plan de acción militar? Recordemos que no solo Diosdado Cabello había hablado sobre el tema. A finales de marzo un arsenal de armas fue decomisado, después Clíver Alcalá Cordones se despepitó por las redes sociales, la agencia AP publicó un extenso reportaje y varios de los infiltrados del régimen no resistieron la tentación de filmar videos y tomarse selfies.

En esas condiciones, ni el mayor de los piratas suicidas ordenaría una acción de ese tipo. Salvo que la tenga bajo su control. En esas condiciones se efectuó una chapucería con la que el régimen asesinó a unos (aún no se sabe cuántos) y detuvo a decenas de muchachos engañados que conmueven con su ingenuidad y desesperación. Fue una celada. En el camino bajo las órdenes de Maduro se han cometido desmanes aterrorizando a pobladores, como en la Colonia Tovar, donde allanaron la casa de la Congregación de las Carmelitas y destrozaron el museo y las puertas de la Iglesia. Todo bajo el objetivo fundamental de golpear la credibilidad de Juan Guaidó y enlodar el apoyo de Estados Unidos y Colombia.

Una fuente militar me contó que también se ha ordenado a los superiores destacar este evento bajo un plan aleccionador que enfríe o mitigue el malestar dentro de la Fuerza Armada. Tal vez por eso esta semana un general se hizo grabar poco después de detener a dos sargentos de la GNB a quienes se involucra con la Operación Gedeón. En el video, el general de división Ricardo Nicodemo Ramos, comandante de Zodi Aragua, interroga teatralmente a Leandro Chirinos, un sargento de la GNB al que ha detenido en la Colonia Tovar. Si quería humillar a Leandro, fracasó. El alto oficial solo logra registrar su miseria. Es lógico, ese hombre no sabe de dignidad. No entiende de valores. No tiene idea de decencia ni coraje. El sargento, aún en esas condiciones, pero con la cabeza en alto y respeto a la jerarquía, lo dijo todo: “estoy aquí por voluntad propia, tengo familia, estoy luchando por mi patria¨.

Es terrible lo ocurrido, pero ese joven valiente, mantiene en muchos la esperanza.