13 May
El verdadero alzamiento está en Petare
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Es probable que cuando usted lea esta columna, continúe el enfrentamiento que desde el pasado 1 de mayo ha mantenido aterrorizados a los habitantes de la parroquia Petare y áreas vecinas. A partir de las 6 de la tarde en el barrio José Félix Ribas –el más grande de Latinoamérica– hay toque de queda. ¿La razón? Hay que trasladarse hacia siete años atrás.

En el 2013 José Vicente Rangel Ávalos, actual alcalde del municipio Sucre, comenzó a establecer –desde su cargo de viceministro del Interior– zonas de paz en algunos barrios del área metropolitana. ¡Son tan eficientemente irónicos para bautizar acciones cruentas como angelicales! En esos territorios colocaron a los peores bandidos. Los que pagaban penas por ser más reincidentes, por haber cometido los delitos más atroces. En la selección se esmeró la ministra de prisiones, Iris Varela, quien reclutó los llamados pranes, sus protegidos, utilizados por ella para sus guerras personales, a quienes les suministra armas con la garantía de impunidad.

 

Para el barrio José Félix Ribas, en Petare, el seleccionado fue Wilexis Alexander Acevedo Monasterios, un joven que apenas superaba los 20 años y pagaba condena en Tocorón, con solicitud en seis tribunales penales, imputado por homicidio, secuestro extorsión y robo. Wilexis, investido como juez de paz, alistó a un grupo que creció en armas y miembros. Rifles de asalto AR15, ametralladoras Uzi, variedad de pistolas, granadas, el régimen fue alimentando esa y otras bandas en los barrios, con municiones como para una guerra. Unos 300 jóvenes, de entre 13 y 30 años, conformaron el ejército de Wilexis que solo debía garantizar el sometimiento de la población a la que podía quitarle la vida según su criterio de justicia. Siempre atento a que cuando fuera requerido, su ejército debía estar listo para “echarle plomo al pueblo”.

Desde el 2014 Wilexis se consolidó como la autoridad local. Ni alcalde, ni gobernador, ni policía regional, ni PNB pisaban su territorio. Wilexis tomó en serio su rol de juez y procesaba a quienes alteraban el orden del sector. Los llamados “bataneros” que hurtaban las baterías de los carros, o los atracadores de carteras de viejitas y teléfonos celulares de los jóvenes, pagaban caro esas agresiones.

Es importante precisar que José Félix Ribas ha sido un barrio abandonado por los jefes de turno en un marco de complejidad casi ingobernable. Para Wilexis, en cambio, el uso de la fuerza para proteger a la vecindad le hizo ganar respeto y cariño. Además, comenzó a preocuparse por la salud de la comunidad, la atención a los niños. En fin, apoyaba las buenas causas. Y si algún ladrón despistado robaba, era duramente castigado y el objeto devuelto al día siguiente. Comerciantes locales aseguran haber pagado sin mayor problema la vacuna exigida con la que la banda se financiaba al tener como la garantía paz y seguridad.

En el 2019, con la crisis económica, a Wilexis le comenzó a molestar la actitud del régimen. A eso se le unió el asesinato de su escudero, un joven de 15 años. El hecho ocurrió cuando el barrio se agitaba con protestas ante graves fallas en los servicios. Acababa de aparecer Juan Guaidó. Fue cuando Wilexis en lugar de aplastar o perseguir a los habitantes del barrio, tal como le exigía la dictadura, los alentó y protegió. Se declaró opositor y se pronunció a favor del presidente interino. Y las alarmas del régimen se prendieron. Quien ocupa Miraflores ordenó acabar con Wilexis. Lo que no reveló Maduro al sentenciarlo, es que la creación del ejército de Wilexis es su responsabilidad.

Maduro le pidió al general Néstor Reverol que se encargara del asunto, pero Iris Varela se le adelantó y para liquidar a Wilexis ya convocó a los sujetos más sanguinarios. A “Gusano” lo sacó de prisión. El “Niño Guerrero” y otros malandros de La Bombilla, así como 50 pranes también fueron incorporados para garantizar la sumisión del pueblo.

Wilexis, por su parte, encontró refuerzos con varios presos del penal de Tocuyito, además de “El Coqui” de la Cota 905.

En Petare hay guerra.

La comunidad se pronunció con un cacerolazo. La consigna: Wilexis amigo, Petare está contigo.

Una semana después de que el régimen presenciara como espectador los enfrentamientos en Petare sin escuchar a la comunidad aterrada, Maduro decidió difundir su gran mentira. Y como es costumbre, resultó en una teoría descarada: que la DEA planificó activar la violencia –bajo supervisión de Colombia y Estados Unidos– con un enfrentamiento entre bandas –que calificó de narcotraficantes– para distraer la atención de los sucesos de Macuto. Su colofón fue un nuevo disparo contra la libertad de expresión porque a todo el que escribió sobre el tema, lo acusa de ser cómplice de ese delito.