25 Oct
¿Quién cree en la palabra de Maduro?
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Así que a partir del próximo 10 de enero, la pretensión de Maduro de seguir en Miraflores podría decantar en una crisis institucional. Y para su preocupación, si las cosas se hacen bien, le costará mucho más conseguir ingresos con la imposibilidad de reestructurar la deuda, sin la aprobación de la Asamblea Nacional.

¿Quién estaría dispuesto a aligerar este problema al dictador? Podría hacerlo alguien de la oposición que baile al son que toque el régimen para ganar tiempo, tal como ha sucedido en otras oportunidades. Por ejemplo, hace pocos días se vivió una situación insólita. Sin que la dictadura siquiera lanzara la propuesta de un referéndum para una bazofia que modificaría la Constitución, sin protestar ni recapitular sobre el desastroso escenario de las condiciones electorales, Henry Ramos Allup, Henrique Capriles y Henri Falcón, hicieron coro adelantándose con la propuesta de ir a votar.

Con frecuencia aparece alguien que rompe la unidad. Ese “alguien” le quitaría velocidad a la estrategia y otorgaría tiempo al dictador. Sobre eso se ha sostenido Maduro. Gana tiempo convirtiendo a Venezuela en una fosa de la que saca tierra sin cesar. Quién sabe si servirá para lanzarlo.

Por ahí andan algunos otros que también parecen dispuestos a darle una mano a Maduro. Lo está haciendo España. El gobierno temporal, no electo, sin apoyo popular de Pedro Sánchez, hace gestiones para insuflarle aliento y reactivar viejas sociedades de negocios. De cierta manera, la participación de mediadores como el secretario español para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, está más cerca de ser una función gestora de las empresas españolas.

En tanto al canciller español José Borrell, su entusiasmo por la dictadura llegó al extremo de considerar inoportuna la solicitud de investigación ante la Corte Penal Internacional de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Venezuela, porque eso afectaría negativamente la posibilidad de una salida negociada.

Es que lo de la Corte Penal golpea al régimen. Y las sanciones ni se diga. Los afectados lloran en hombros y esquinas. El senador Bob Corcker y Pablo de Laiglesia lo expresan con naturalidad entre sus argumentos. Al respecto, bien lo dijo la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini: en Venezuela no hay condiciones para un diálogo y no habrá retroceso en las sanciones.

Los españoles en Venezuela y fuera de ella, se han reunido uno a uno con los partidos de la oposición. La petición de otorgar dos años de gracia, la han colocado sobre la mesa. ¿Quién puede creer que Maduro llamaría a elecciones dentro de dos años? En este momento, sentarse con la dictadura por esa promesa, significaría hablar de todo para no acordar nada. Amén de que decretaría la profundización y extensión de la tragedia venezolana.

Lo seguro es que el régimen no bajará la presión para evitar ser desconocido en enero. En tanto la oposición, ha habido ajustes y cambios desde el último intento de diálogo. El más relevante es que el partido Primero Justicia tiene a Julio Borges fuera del país haciendo oposición dura y a Henrique Capriles en contra de él.

A pesar de las suaves posiciones frente a la dictadura de Henry Ramos, Henrique Capriles, Henri Falcón y Manuel Rosales, la comunidad internacional ha ido siguiendo con interés otros esfuerzos opositores que han afinado el plan de un gobierno de transición. Eso es muy importante. El mundo civilizado procura evitar otro Ruanda y no quiere caer en otro Irak. Así que los avances no sólo de partidos, si no de representantes de la Iglesia, universidades, empresarios de diferentes ramas, por elaborar planes concretos para recuperar la economía, garantizar la estabilidad, reactivar el sector petrolero, ha sido el logro más concreto en mucho tiempo.

“La crisis es tan grande que ha facilitado los acuerdos”, dijo uno de los técnicos que participa en el proyecto futuro. Alentadora noticia. Pero primero hay que expulsar al dictador. Para ello es imprescindible transitar una ruta común y que el liderazgo ejecute los deseos de la mayoría.