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21 Jan
La despreciable autocensura
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Este gobierno anda en la constante búsqueda de una coartada para evadir responsabilidades. O lo que es peor: para achacar la culpa a los otros.

   

Encontrarse con la ineludible necesidad de asumir que la inseguridad es un problema en el país –tuvo que ser asesinada Mónica Spear para ello- ha sido utilizada por el gobierno como el argumento para arremeter contra la libertad de expresión y garantizar, todavía más, el silencio, la vergonzosa autocensura.

   

La detención de los responsables directos del crimen de Mónica fue tan rápida como la desaparición de los titulares del caso. El asesinato fue trasladado diligentemente de los espacios de sucesos a los del mundo del espectáculo.

   

Los poderosos suelen tener un placer especial en humillar a quienes voluntariamente se arrodillan. Con los genuflexos suelen ser más despiadados. 

  

Hemos de prepararnos a mayores silencios sobre la verdad.

  

Soy de la convencidas de que este gobierno no sólo es incapaz de resolver el problema de la inseguridad, si no que además no le interesa hacerlo. ¿Acaso alguien ha visto una operación de desarme a los colectivos del 23 de Enero? Al contrario, todos los días  funcionarios policiales son víctimas del hampa protegida del oficialismo cuyo primer objetivo es la obtención de armas para seguir delinquiendo, con la certeza de total impunidad. Y aún así, si acaso alguno va a parar a la cárcel, este régimen le garantiza el confort necesario de su estadía. La discoteca Tokio en Tocorón, por ejemplo.

  

Hemos escuchado argumentos tan cínicos como groseros por parte del gobierno para tratar de evadir su responsabilidad. En el caso de Mónica, llegaron a acusarla de haberse resistido a ser asaltada, de ser descuidada por no tener escoltas, y por supuesto de ser parte de un medio que tiene la culpa de generar violencia.

  

¡Eso me ha indignado tanto! Me convenció además de que dolorosamente la estadística a favor del hampa puede empeorar. Porque a la ausencia de voluntad de este gobierno hay que sumarle su descarada ineficiencia.

 

Su gran esfuerzo organizativo, financiero, es por cuidar el control del poder. Y para mantenerse les es imprescindible tener engañado al pueblo. La única información con derecho a ser publicada deberá pasar por el tamiz de la censura y por la despreciable autocensura. Además la situación podrá aún ser peor, donde lo único que pretenderán presentarnos como realidad vendrá directo del laboratorio de propaganda. Claro, esto sólo sucederá si nosotros lo permitimos.